martes, 7 de octubre de 2008

La Hechicera y El Gigante

La Hechicera y El Gigante


Miró sobre el monte la luna roja
y al cielo llenarse de fuego,
las cenizas parecían rosas,
engalanando de noche el infierno,
se quedó ella detenida entre rocas,
que caían a su lado ardiendo
ni siquiera su cuerpo ellas tocan,
suspendida, elevada por vientos.
Pareció nada salir de su boca,
pareció nada demostrar su cuerpo,
ni siquiera los gritos del gigante evocan,
a ella mirar los antiguos momentos;
momentos de los que se aman,
en donde no importan los tiempos
cuando sólo sus ojos ella buscaba,
cuando solos en su amor eran inmensos.
Trató entonces El Gigante, con sus manos tomarla,
pero el fuego caído, en brasas era intenso,
Contra las piedras incandescentes luchaba,
entre humos tóxicos se encontró inmerso,
y no aguantó más luchar por su amada,
cayendo sobre los montes muerto,
mientras un gran estruendo se escuchaba,
El rey sol ascendía a los cielos.
Y destruyó finalmente a la luna roja,
despertó a la bella del trance de sueño
y busco los ojos de su amante ansiosa,
pero no vió mas vida, el cuerpo yace en el suelo,
entonces lloró el mar La Hechicera hermosa,
por la muerte de su amado en desconsuelo,
ya nada más en el mundo le importa,
sólo de recuerdos vive, por aquel amor eterno.

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