miércoles, 13 de mayo de 2009

La Bestia



Una Armadura plateadas,
reluciente que ciega,
mi escudo de oro
protege mi certeza,
lanza que la vida niega,
espuelas punzantes
que hieren y besan,
nombre alazán
arrasa el viento que reza:
“...por las llanuras inmundas,
por senderos la bestia,
id tras del monstruo,
cortaos la cabeza...”
Caballo furioso,
galopa la destreza,
muerde las riendas,
saliva la crudeza,
tus ojos torbellinos,
no miran, no regresan,
caos es la marca,
si caos es la meta.
Silba la espada,
melodías de pureza,
redoblad el galope,
terminaos la belleza.
Sigue la podrida huída,
a meado en la maleza,
preparaos que está cerca,
consignad al fin la reyerta.
Roja es su frente,
negra noche la melena,
ojos penetrantes,
el aliento desconcierta.
Tomo sus cabellos,
no lucha, no expresa,
tengo la espada en su cuello,
ni un suspiro de su garganta revienta.
Implora su destino
al tomar mi mano con gran fuerza,
introduce así la espada,
termina la revuelta.
Conmovido, inocuo,
deslucido en vergüenza,
¡ese monstruo no lucha!,
¡ese monstruo deserta!,
no comprenden ahora mis ansias,
no comprenden las rarezas,
¡si la bestia se cansa de ser bestia!,
¿me he de cansar de seguir yo a la presa?.

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