viernes, 23 de octubre de 2009

Lo que tanto busco

Diré a viva voz: “¡Soy el hijo que lucha contra los malos momentos, contra los pájaros incendiarios, contra la peste de tu egoísmo, incluso contra tu ingenuidad maligna de tu dulzura corrompida!”
Pero no basta con hablar, no basta con la verborrea insípida, si cuando actúas haces uso del olvido dejando atrás tus promesas.
Por eso he roto entonces la fuente que llenamos con nuestra confianza, esa que grabamos con en el tiempo, con tu trabajo a medias, con mi esfuerzo en sudor, cuando fui feliz, cuando caí redondo hasta llegar a tus pies que patearon mi bajo vientre, lanzándome al otro lado del caudal bravío, quedándome ahí, viéndote desde lejos.
Entonces construí un muro empastado de tristeza, tan fuerte que tu frió no se coló a mi cuarto. Sin embargo, vuelvo a tomar el cincel para crear una ventana y así volver a verte, porque quisiera doblegar las ansias para dar paso a la tranquilidad, acometer contra la furia y caer sobre un lecho de alegrías, para no sobrevalorar los momentos de congoja que no me llevarán a ese lugar de cálida emoción que tanto busco.

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2 comentarios:

MANE dijo...

derribar los muros en el corazón tiene la mejor de las recompesas alivianar el peso del alma..

buen fin de semana

Pluma Roja dijo...

"para no sobrevalorar los momentos de congoja que no me llevarán a ese lugar de cálida emoción que tanto busco."

El cierre, me gusta bastante, para que sobrevalorar cualquier cosa. Es necesario ser objetivo, y no permanecer perdido en subjetivismos. Odio el sufrimiento me encanta la felicidad, no se porque el amor puede llegar a doler de tal forma, será que es el amor? o será precisamente nuestra sobrevaloración de las situaciones. Felicitaciones,

Me encanto tu texto.

Saludos cordiales, hasta pronto.