sábado, 3 de octubre de 2009

Mariposas


En un camino sin ventajas, sobre piedras bien armadas, mariposas cruzan y se besan, ante los ojos del ser errante que carga con una tristeza heredada de otra época, las observa con admiración infantil.
Ajenas a su dolor las Mariposas bailan y juegan, giran y se entregan a su colorido dulzor, mientras el hombre polvoriento saca un papel arrugado de sueños, para describir tan dichosa ilusión.

Mariposa de tonos azules, hábil de sonrisa es danzante y fugaz a sabiendas de sus vestiduras las muestra con cierto egocentrismo como mofándose del mundo, como dando por sentada la admiración de él, sus ojos pardos y felices, destellan fulminantes. Se posa sobre las flores que arden de emoción, regocijadas se llenan de su luz, dichosas crecen alrededor de ella, como queriendo dar una ovación, como entregadas a su divinidad.

Mariposa de tonos amarillos. Inmersa en su propio mundo, vuelve y se va, como escondiéndose de él, tímida y feliz en instantes pareciera no estar en este momento fugaz, sube y se zambulle, como nadando en aguas cristalinas como viviendo un momento de fina tranquilidad, purificando sus alas como preparando su esplendor para el viento que suspira entre sus alas, el que roza su delicada piel aprovechándose de su condición elemental.

Mariposa de tonos violetas, vivaz y despreocupada, juega sin jugar, canta sin cantar, ama sin amar, corre por el mar de hojas, salta y se quita de las miradas punzantes que la quieren hacer suyas. Se abraza a las siluetas que aparecen con cada rayo de luz como queriendo a todo ser espectral (los que quisieran nacer y morir entre sus manos perfectas, entre su cuerpo real de doncella nunca conquistada)

Mariposa de tonos rojos, más danzante en agresividad, como queriendo una venganza burlándose de quien la admira, como sonriéndole al exhausto cazador queriéndole decir: “me quisiste antes y no podrás tenerme con tu trampa lepidóptera”, el fuego de sus alas proyectan aromas fascinantes, hipnotizándote para amarla, para quererla hasta no poder quitar tus ojos de ella, hasta no poder dejar de vivir en un mundo de desdicha y soledad.

Mariposa de tonos anaranjados, la más atenta y feliz, sonriente y coqueta, vuela con haces de amor, la timidez no existe en ella, la furia no parece sobrevivir entre sus alas de lujuria, la omisión no es parte de su sabiduría infinita, el capricho se ha escapado en cada vuelo letal, su vanidad es parte de la aplastada venida del orgulloso invierno, sobrevuela entre sus hermanas y besa la frente de este triste errante.

El sol suspira sus últimos rayos, y él entristece aún mas, rodando en su mejilla una nueva lagrima, de las millares que ya han caído en su cantimplora de amargura, entonces guarda su bitácora y emprende su nuevo andar, como esperanzado de un nuevo encuentro con tan maravilloso cuadro de emoción.

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