jueves, 11 de febrero de 2010

El no toma... ...consejos.

Después de un receso más o menos prolongado, he vuelto.
Les dejo un relato breve que escribí ya hace algún tiempo, lo publiqué en un viejo blog llamado Historias Etílicas, espero que les guste.



Despierta tumbado boca abajo, la cabeza le retumba de gritos, los ojos los tiene inyectados en sangre, las manos hinchadas por corrientes caudalosas, su lengua desértica le implora por agua, su aliento de fuego podía quemar al más mínimo contacto cualquier superficie seca, apenas podía mover su cuerpo, dolores y malestares estomacales le provocaban nauseas, todo le daba vueltas.

El más pequeño pensamiento le hacía saltar la cabeza, el trata de recordar cómo había llegado a ese estado, pero solo cortos pasajes de la juerga se le venían a la mente, recuerda a Ricardo en su auto pasándolo a buscar, la llegada a la casa de Fernando, la música, el bailoteo, las amigas de la polola del Jaime (que estaban para comérselas), recuerda haber atinado con “la Mili”, los juegos etílicos donde el que perdía se tomaba al seco una bomba preparada por Guillermo, pero de ahí no pasa, se le borra la imagen, la señal se ha perdido.

De pronto siente una mano en su espalda.-“¿estás bien?, ¿cómo te sientes?”-, era una voz irreconocible.

El trata de moverse para ver quién es, pero está totalmente adolorido.

-“¡No!, no te muevas, puede ser peligroso”-, le replica la misma voz, pero él no entiende nada, “quédate tranquilo que todo va a salir bien, ¿Cuál es tu nombre?”.

Tratando de incorporarse le dice -“me llamo Javier”-

Vuelve a sentir la mano en la espalda, -“Ok Javier, te repito no vuelvas a moverte, todo va a estar bien, tus heridas no son de consideración, ya viene la ambulancia, ¿cómo se llamaba tu amigo?”-.

Entonces a Javier le recorre por el cuerpo una gran electricidad, -“¡¿Co... cómo, Cual amigo?!”-

El de la mano le contesta -“La persona que iba contigo”-

-“¡Ti... tiene que ser Ri... Ricardo!”-, dice Javier con voz temblorosa, como dándose cuenta de la situación.

-“Javier, siento mucho decirte esto, pero por tu amigo no pudimos hacer nada, ahora los de Rescate están trabajando para sacar su cuerpo del vehículo”-, le palmotea la espalda como para darle aliento, -“quédate allí ya un paramédico va a venir a verte”-

Javier tendido en el pasto se toma la cabeza, entonces se da cuenta que tiene un chichón en su frente con un poco de sangre.
Una gran pena le invade el alma, brotan de sus ojos el llanto incontrolable, y en un haz mental se le viene la cara de la hermana de Ricardo, pidiéndoles que se quedaran en la casa del Fernando para dormir la mona, recuerda los ruegos, donde les dice que en ese estado no podían irse manejando, pero Ricardo ya tantas veces en estados anteriores habiendo manejado su vehículo sin ninguna calamidad, hizo caso omiso a los consejos de su hermana.


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5 comentarios:

MANE dijo...

no hay borracho que no sea porfiado jajajaj
si bebes no manejes me parecio escuchar por ahí
bienvenido ,un abrazo

Pluma Roja dijo...

Una experiencia mortal.

un relato cotidiano, no hay un día de Dios que no sucedan esas tragedias, gracias al licor. Un buen mensasje.

Bien venido.

Saludos cordiales,

Hasta pronto.

Anónimo dijo...

un despertar amargo :((

que bien que podemos volver a disfrutar de tus letras. Saludos!

Victoria's Home dijo...

Bienvenido el regreso! sabes que me acuerdo de este post? me encanta que lo republiques para recordar viejos tiempos, un saludo desde L.A.

Pablo Muñoz dijo...

buen relato, con una simpleza contenida de verdad. Hay que ser responsables con nuestros actos. La vida puede irse de nuestras manos cuando menos lo pensamos. Hay que estar siempre preparados para la muerte, y que mejor preparación que vivir plenamente, sin culpas ni arrepentimientos.

saludos